Un poco de luz

A falta de canción del verano, olvidados los deportes olímpicos, amén de la renovación de Messi y el tremendo calor, la matraca diaria está siendo el “recibo de la luz”.
Juan José Gómez-Hidalgo
Juan José Gómez-Hidalgo

En la sociedad Gran Hermano que vivimos me asusta ver cómo nos teledirigen cuál Truman, el del show, a base de opio aderezado para el pueblo, enlatado. A falta de canción del verano, olvidados los deportes olímpicos, amén de la renovación de Messi y el tremendo calor, la matraca diaria está siendo el “recibo de la luz”. Expresión castiza, casi cañí por la sonoridad de lus, romántica y eficiente. Usar factura de la electricidad nos resultaría hasta pedante.

Es una de esas cuestiones que terminan preocupando a fuerza de incrustarla subliminarmente. Es como si se pusieran todos de acuerdo para elegir tema y así conseguir que no se hable de otra cosa, quizás las verdaderamente importantes. No es mi afán pontificar ni quitarle hierro al asunto pero ya que estamos, demos un poco de luz a este complejísimo asunto, como siempre desde mi punto de vista. La factura de marras parece estar configurada para confundirnos pues el galimatías que supone desentrañar sus conceptos es para pacientes opositores. 

Sin entrar en tecnicismos ni análisis detallados ni mucho menos consejos, que para eso está Internet y los millones de fuentes al alcance de todos, un primer apunte es que en una cesta de la compra media de un hogar español, la factura de electricidad viene a suponer de entre el 1,5 y el 2% del total. A final de este año representará un 3,5%. Es decir, solo es una más, muy gorda, sobre todo para los autónomos, pero una más.

Así, con las familias y sobre todo los negocios en situación catatónica, este año estamos sufriendo subidas generalizadas no sólo de la luz (220% por encima de los precios de 2020), sino también de los combustibles, alimentos, gas, hoteles...; todos situados en máximos y que impulsarán el IPC más allá del 3,4% al final de año. ¿Subirán los sueldos y las pensiones en enero en ese porcentaje?

La realidad es que estas cifras no las veíamos desde 2007, previas a la gran crisis.

¿Y qué está haciendo el gobierno de Sánchez para paliar la situación de las familias españolas? Prácticamente nada. Aunque fuera de la legislación europea y la ley de la oferta y la demanda hay poco margen de maniobra, este gobierno se muestra absolutamente inoperante e incapaz.

Medidas como la bajada de IVA, del 21 al 10%, aprobada solo hasta final de año, son una treta del gobierno, un parche más. Lo que se va a dejar de recaudar por IVA lo van a recaudar en otro impuesto encubierto en la dichosa factura: los derechos por emisión de CO2, cuyos paganinis somos todos los ciudadanos.

Así, una propuesta sería mantener este IVA reducido del 10% o incluso bajarlo al superreducido. Al fin y al cabo, la electricidad es un bien de primera necesidad que hay que usar sí o sí. Otra medida podría ser eliminar los impuestos especiales sobre la generación energética o traspasarlos a las compañías productoras en lugar de a las familias.

El gobierno de España está cada día más desnortado. En enero la Ministra dijo que “no contemplaba la creación de una empresa pública que gestione la electricidad”. Estos días, para contentar a sus socios neocomunistas, es decir para que se callen, ha afirmado que se contempla a medio y largo plazo. No sé a Uds. pero a mi “nacionalizar la gestión eléctrica” me suena a cacicada bolivariana.

Sánchez prometió como otras tantas bajar el recibo de la luz y la realidad le está dando en la cara como el aire caliente de agosto.

Bien es cierto, que el sustancioso negocio de las eléctricas es de esos tipos de negocio que a mi como liberal, me chirrían. Sí, a los liberales convencidos, no a los pasajeros, nos pueden hacer torcer el gesto ciertas cuestiones...aunque esto da para otra conversación. 

A la postre, el mercado eléctrico es uno de esos pozos negros en los que se mezclan los interes privados y los del Estado; pagamos todos, empresas y particulares y con ello sufragamos parte del hipertrofiado sistema público y a la vez contribuimos a los gigantescos beneficios de las compañías productoras.