Les acompaño en el sentimiento

Mi luto es un poco especial, es un luto por una muerte de ficción y aún así, créanme, duele y no poco.</span>
Les acompaño en el sentimiento

¿Se puede escribir estando de luto? Es que yo lo estoy anticipadamente. Ya, ya sé que en las actuales circunstancias, tanto internas como externas, quien más y quien menos tiene un motivo serio para estarlo, pero mi luto es un poco especial, es un luto por una muerte de ficción y aún así, créanme, duele y no poco. Lo voy a desvelar ya de una vez: esta semana que entra se nos muere Herminia, sí, la abuela de Cuéntame, y con ella, qué pena, se nos muere también una época larga, varias décadas de disfrutar de una serie española que nos va a dejar, así lo creo, una huella imperecedera. Han sido unas cuantas noches pegados a la televisión para conocer los avatares de la familia Alcántara, una familia que tiene mucho de un montón de familias españolas de aquel tiempo. Es como si hubieran metido una cámara en alguna de  nuestras casas y nos hubieran estado rodando durante una buena parte de nuestra vida. ¿ Recuerdan la mítica película Smoke, basada en un relato de Paul Auster? En ella, además de otros sucesos, Harvey Kitel, el estanquero protagonista, nos cuenta cómo lleva catorce años haciendo exactamente la misma fotografía al mismo punto, todos los días, quizás para intentar captar las sutiles y paulatinas transformaciones de la existencia, el silencioso transcurrir del misterio temporal, que va dejando en su fluir imperceptibles metamorfosis. Algo así es lo que han hecho los extraordinarios creadores de esta aventura de Cuéntame durante un periodo tan largo, nos han ido retratando a los españoles en nuestro devenir y casi todos, de una forma u otra, hemos salido en esa foto grupal.

En esta coyuntura de tanto disenso, de tanto lanzarnos los trastos unos a otros, supongo que un buen porcentaje de nuestra sociedad podríamos coincidir en que también aquí, en España, sabemos hacer cosas buenas y una prueba de ello, a mi humilde entender, es esta increíble propuesta televisiva  que hasta  nos han copiado en otros lugares. No la he visto completa, ni mucho menos, ni me puedo considerar un fanático de la misma, pero sí puedo asegurar que me he emocionado con muchos de sus capítulos y que me he sentido muy orgulloso de todos los  que en un tramo u otro han intervenido. Es muy difícil, mucho, mantenerse arriba durante un espacio tan prolongado y a mí me parece que lo han conseguido con nota. El guión me resulta magnífico y los actores y actrices no es que actúen,  es que viven, que es el mayor exponente, a mi juicio, de la interpretación solvente. Nos han deleitado y nos han enseñado, qué más se puede pedir. Nos han transmitido, entre otras cosas, que nuestra gran familia, la española, merecemos la pena y que, con nuestras diferencias y nuestras mierdas, todavía somos un país por el que merece la pena seguir luchando unidos. Mi más sentido pésame, pues, para todos aquellos que, como es mi caso, nos hemos asomado, a través de esta serie, al espejo de nuestros fracasos y nuestros logros.