Cuento de Navidad

Tantas veces que esperamos los ejemplos de las grandes personalidades y luego resulta que nos los dan los que tenemos más cerca.
Cuento de Navidad
Jesús Pino Jiménez
Jesús Pino Jiménez
 Lo que voy a contarles no es ningún cuento navideño, aunque lo parece, no se crean, porque tiene muchos de los ingredientes que suelen tener las narraciones típicas de estas fechas. La acción se desarrolla en Torralba, una pequeña población toledana de apenas doscientos habitantes, y está protagonizada por una pareja humilde y servicial: Bea e Ismael. Ambos abrieron, hace ya décadas, un modesto restaurante en un paraje precioso en medio de olivos y álamos. Lo llamaron “La alameda” y allí se han pasado media vida haciendo la nuestra un poco más agradable. En verano, con el frescor de los árboles, era un gozo cenar bajo las estrellas y no lo era menos comer en invierno al calor de su chimenea. Nada de comida sofisticada ni grandilocuente, no, lo de todos los días con el adobo del  cariño: tortilla de patatas real y recién hecha, ensalada tradicional bien aliñada, croquetas caseras, cocido, coliflor rebozada y otros platos similares que hoy en día, volcados como estamos en las novedades sorprendentes, resultan casi extraños. El ritual cuando ibas era siempre igual de simple y efectivo: una vez sentado a la mesa, Ismael se acercaba, se interesaba por tus cosas y, habiéndose asegurado de que estabas cómodo, tomaba nota de las peticiones. No era inusual tampoco que, al finalizar, Bea saliera de la cocina a preguntarte qué tal habías comido. Trato humano, amabilidad, educación exquisita y, para rematar, unos precios completamente razonables, no esos sustos que te pegan en muchos establecimientos en los que la factura no va en consonancia con lo ofrecido. Hace muy poco, cosas del tiempo, que no para su curso, nuestros personajes decidieron, pese a que la cosa no iba mal, retirarse, ya que, lejos de ser ambiciosos, han comprendido que el descanso también es importante en nuestra trayectoria vital y ha sido en este momento del cierre, más que nunca, cuando han percibido el afecto que muchos les teníamos y han recogido la cosecha de aprecio que merecían. Buena gente de toda la zona se ha desplazado hasta su casa para dispensarles el homenaje de agradecimiento que se han sabido ganar con su dedicación. Recientemente los han entrevistado en la radio, en la cadena Ser, y créanme si les digo que la entrevista no tiene desperdicio. Rezuma, por detrás de las palabras, autenticidad, sencillez y sabiduría, la de los que han entendido lo que supone vivir plenamente. Tantas veces que esperamos los ejemplos de las grandes personalidades y luego resulta que nos los dan los que tenemos más cerca. Lo que acabo de contarles, que por fortuna no ha terminado, no es un cuento de navidad, pero a mí me los recuerda.