Volver a perderse

A raíz de la guerra comercial que hay entre los Estados Unidos y China los usuarios de los teléfonos Huawei están inquietos, desesperados, algunos incluso se suben por las paredes por el temor de que sus teléfonos vuelvan a ser teléfonos y sólo sirvan para hablar con la gente.

 

José Miguel García Conde
José Miguel García Conde

A raíz de la guerra comercial que hay entre los Estados Unidos y China los usuarios de los teléfonos Huawei están inquietos, desesperados, algunos incluso se suben por las paredes por el temor de que sus teléfonos vuelvan a ser teléfonos y sólo sirvan para hablar con la gente. Se acabó consultar en Google a quiénes expulsaron de Supervivientes o cómo acabó el último capítulo de Juego de Tronos. Se preguntan cómo harán para llegar a los sitios, cómo sabrán dónde hay un estanco o una farmacia de guardia.

Nos hemos vuelto unos esclavos de la tecnología. Pasamos más tiempo mirando a una pantalla en lugar de mirar a unos ojos, nos comunicamos con amigos que no conocemos y damos la vida por un mísero like o porque nos retuiteen una frase. Habrá quien diga que no todo es negativo, que gracias a los móviles podemos hablar con alguien en la otra parte del mundo, que estamos informados, que nunca hubo una sociedad con más conocimiento al alcance de la mano. Sin embargo, lo que es cierto es que la gente conoce cada vez menos y, lo que es aún peor, entiende cada vez menos cosas.

Cuando escucho noticias como esta me entran cada vez más ganas de comprarme un teléfono Huawei, de volver a llamar a la gente en lugar de enviarles un emoticono. Me entran cada vez más ganas de volver a perderme, de buscar una calle y encontrarme una vida, de perder el tiempo después de mucho tiempo y hacer que mis ojos vuelvan a ver de nuevo el mundo real.