Antigona, Siempre

Antígona es quizás mi personaje femenino preferido dentro de la tragedia griega.

Jesús Pino Jiménez
Jesús Pino Jiménez

Antígona es quizás mi personaje femenino preferido dentro de la tragedia griega. Es esa joven valiente que decide, con riesgo de su vida, incumplir la orden injusta de un tirano, Creonte, que dictaminaba que los dos hermanos de la protagonista, que habían muerto luchando en bandos diferentes, tuvieran un trato desigual en la muerte. Uno de ellos había de ser enterrado con todos los honores y el cadáver del otro debía permanecer insepulto para que lo devoraran las aves y los perros. Antígona prefiere seguir el dictado de su conciencia y entierra a ambos por igual, sufriendo por ello unas terribles consecuencias. Representa la rebelión de las creencias personales frente a las exigencias inicuas del estado. Esta vieja historia griega, como otras, se repite de forma recurrente hasta nuestros días, por esa capacidad misteriosa que tuvieron los griegos de ir desde lo particular a lo universal y de crear caracteres que se han convertido en atemporales. Porque a mí me parece que también son Antígona, por ejemplo, todas aquellas admirables madres argentinas de la Plaza de Mayo que se han manifestado durante años con sus pañuelos blancos a la cabeza para exigir que les dieran una explicación respecto a sus hijos desaparecidos. Con lluvia y con sol, con calor y con nieve, ahí han estado siempre en su compromiso ineludible con un deber moral más potente que cualquier ley. También veo a Antígona en todas esas mujeres españolas ( hijas, nietas, biznietas) que, todavía hoy, se resisten a que sus familiares muertos en la Guerra Civil permanezcan olvidados en cualquier cuneta en vez de resignarse y aceptar tanto hipócrita llamamiento para no remover las cosas e incluso soportando descalificaciones por parte de desalmados que producen sonrojo. La última Antígona que he visto se llama Carola Rackete y es capitana de un barco que iba cargado de inmigrantes por el Mediterráneo. Ha atracado en Lampedusa, pese a las órdenes en contra del gobierno italiano. El tirano Salvini la amenaza con una multa desorbitada y con diez años de cárcel. Carola, no obstante, ha preferido obedecer las leyes de la humanidad. La tragedia griega original termina de forma desastrosa. Quizás debiéramos todos leer más a los clásicos y no seguir cometiendo los mismos errores.